domingo, 8 de enero de 2012

No te corras vieja gorda, para qué?

No te corras vieja gorda, para qué?
Tus rollos prominentes y tu cintura invisible no interrumpen mi camino.
Las dos garrafas que cargas donde van los muslos ya no me molestan.
Y tal vez, sin tu presencia podría disfrutar del paisaje
Pero tranquila
No te corras vieja gorda, para qué?
Con esa cara de galleta de arroz
Con esos brazos como dos sifones
Con ese cuello tan perdido en tus papadas
Y los papos escondidos bajo los kilos de grasa abdominal...
No te corras vieja gorda, para qué?

sábado, 7 de enero de 2012

No me llames ni aunque se caiga el mundo.

La tranquilidad de llegar a casa a la madrugada y hacer cuanto quilombo se me cante. Cocinar si tengo hambre, hacer ruido si quiero hacer ruido y dormir un día entero si tengo ganas. Ah no, cierto que a las ocho de la mañana me llama alguno de los dos pelotudos que tengo por padres.
Loco, ¿qué somos? ¿Granjeros que se levantan cuando sale el sol para arar el campo? No, dejame dormir, es sábado y son las ocho de la mañana. ¿A mi que me importa que haya llegado una factura de Claro a mi nombre? No me jodas.
Anoche dije 'se van todos a la puta, yo pongo el celular en vibrador y que se maten todos'. Me desperté y tenía: diez llamadas perdidas de mi vieja, una de mi viejo y sms de mi madre y mi mejor amiga. El de amiga decía 'cuando puedas llamame' y el de mi vieja 'atendeme, es una urgencia'. Llamé a mi vieja y no me atendió. Llamé a amiga y me dijo que mi vieja la había llamado y que si no sabía donde estaba. En resumen, mi vieja a las ocho de la mañana no solo me rompió las pelotas a mi sino que también a mi amiga.
Volví a llamar a mi vieja. Me atendió. Me contó la catástrofe: 'hija, llegó una factura de Claro a tu nombre, es de tu celular viejo? De qué es? Por qué llegó?'. Histérica, es una loca histérica. No me puedo mudar a mil kilómetros que igual sabe como romper las guindas. 'No se ma, de qué me hablas? Yo nunca tuve un celular de Claro, debe ser de papi'. O sea, captá la puta indirecta, no me rompas los ovarios. Estoy durmiendo, campesina. Andá a arar el campo y dejame dormir. Chau.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Volver al pago.

No pasó ni un mes, que ya tuve que volver a Resistencia. Maldita navidad. Maldito año nuevo.
Si, en menos de un mes ya logré acostumbrarme y sentirme en mi salsa con mi carencia de familiares, televisor y computadora. No me pregunten cómo logré superar la falta de la tele o la compu, porque NO SE.
Durante el poco tiempo que estuve sola fui feliz, fui libre. Cenar a las cuatro de la mañana no tiene precio. Lo mismo bañarse. Pero volví a esta casa infestada por mi madre y la cara de orto me volvió al cuerpo.
Yo a mi vieja la quiero, pero de lejos. Porque cuando la tengo cerca... Señor, dame paciencia porque si me das fuerza la mato. Peleamos. Siempre peleamos. 
Muchas veces me pasa de despertarme y no saber si saludarla bien o mal porque no me acuerdo si la noche anterior peleamos o estuvimos bien. 
La primera pelea fue por lo que me iba a poner para navidad. Loca, no me voy a poner un vestido de seda con unas plataformas. No. Dejame ponerme alpargatas. Claro, la tipa me compró unas sandalias "diviiiinas" pero yo me las "olvidé" en Buenos Aires. Y prestame atención acá: "olvidarte" las cosas en otra provincia es tan reconfortante como taparle el culo a alguien. Porque no hay nada que se pueda hacer. No hay manera de solucionar eso, entonces no te lo pones. Y le bailas un chamamé a tu vieja con las alpargatas.
Otra cosa. Anoche llegué muy borracha y lo que más deseaba era tirarme en el piso de la cocina, con la puerta abierta y chuparme hasta los cubitos de hielo. Si hubiera estado en mi departamento capaz que lo hacía. Pero como estaba en casa y la vieja duerme con la puerta abierta, a dos metros de la cocina, no pude hacer nada.
Por eso, señora, léame bien lo siguiente: SOY ERMITAÑA Y ME ENCANTA.
Extraño mi hogar. Extraño mi ruido sin morder fuerte los dientes. Extraño esos ñoquis que dejé olvidados en la heladera. Extraño mis dos únicos vasos. Extraño a Amor. Extraño mi soledad mientras Amor trabaja. Extraño mi super balcón. Extraño todo. Hasta a mi suegra.
Ah, una última cosita. Papá Noel me trajo una bandeja muy muy linda. Ya no necesito la mesa. Ahora voy a desayunar, almorzar y cenar en la cama.

viernes, 23 de diciembre de 2011

La dolce vita home alone

Vivir con uno mismo. Paz, tranquilidad y lavar los platos cuando se me canta el orto. Así lo imaginaba y así es.
La vida del que vive solo es hermosa. No se si es porque yo soy hija única y estoy acostumbrada a vivir medio sola o que, pero para mi es lo mejor que te puede pasar.
Si bien me la paso limpiando todo el día, es como que al final lo disfruto. Aunque mientras tengo la mano adentro del inodoro pienso "como hace para ensuciarse todo en dos horas?". Si, soy un desastre. Y eso que tengo solo dos vasos, no me quiero imaginar cuando tenga seis.
Descubrí en mi una ama de casa bruta. Me encanta comprar boludeces para la cocina, que digo la cocina, para todo el hogar. La emoción que sentí al comprar mis luchadores sostiene toallas solo se compara con un orgasmo. Y no me hagan hablar del Cif porque acabo acá mismo. El Cif todo lo limpia. El Cif todo lo puede.
Al lado de casa tengo un bazar, te imaginaras adonde voy cuando me aburro. Al bazar a ver qué pelotudez me puede hacer falta. O no.
Servilletas de papel no compro, voy al Burger King de al lado y afano.
El departamento es un lujo, si bien el baño me lo dieron hecho un asco, ya vino el plomero y me dejó una hermosa bolsa llena de asquerosidades en la bañera, que trasladé con guantes de látex hasta el tacho de basura. Y ESA fue la peor experiencia de mi vida.
Aprendí a usar el horno, que ustedes dirán qué pelotudez, pero siendo hija de mi madre les digo que necesitaba un manual para saber lo que era.
El edificio tiene un portero despierto las veinticuatro horas. Con el que más confianza tengo es el de la noche, que ya me ha visto irme de trampas y volver ebria. A el lo molesto casi todos los días para que me arregle algo, a la madrugada. Yo se que la próxima vez que lo llame lo voy a tener que invitar a garchar porque se lo merece.
En fin, esta es la vida que llevo por ahora, me convertí en la señora que limpia.